martes, 15 de septiembre de 2015

FÉLIX COLUCCIO

Palabras del Prof. Félix Coluccio  sobre Hilanderos de la Luz,  y también, sobre el “Grupo Literario Encuentro” y la Antología “Desde el Chubut”.

            ( Luego de escuchar la palabras con las que lo presentó Ester de Izaguirre-curriculum y su relación  de años, agradecida, con el Grupo Encuentro..., dijo: “A esto habría que hacerle la crítica... Yo me siento más feliz con esto de saber que estamos un rato, una hora, dos horas, entre patagónicos. Cómo queremos la Patagonia! No lo pueden sospechar ustedes. Las veces que hemos estado con mi señora y las veces que, después de que conocimos a Cecilia, también hemos estado allí. Estos muchachos -alude al Acto anterior con autores de Comodoro Rivadavia- que presentaron la película, qué linda imagen dieron, qué fortaleza tienen para hacer sentir su fe patagónica y publicar y mover y no abandonar el lugar. Todos los comprendemos, todos los entendemos, pero nadie les da una salida. El Gobierno, los gobiernos que se han ido sucediendo, desde que estos muchachos estaban en las vías férreas , no se dan por notificados de que hay una ambición lugareña, que es lo más noble  que tiene el hombre común: el amor a su terruño, el amor a su patria. En fin, para qué les voy a decir todo eso, que ustedes bien lo saben...)

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            “Nos vamos a ocupar de la querida Cecilia Glanzmann, que es todo un símbolo de la Patagonia. Si hacemos justicia con Cecilia Glanzmann, también tenemos que hacerla con su esposo Walter, quien, mientras ella hace poesía, la más hermosa poesía y los libros más lindos que puedan figurarse, como este último, “Hilanderos de la Luz”- para qué vamos a hablar de eso!...- , él pesca truchas en la cordillera... y en el mar y se las trae, para que la inspiración sea siempre fortalecida...”
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            Presentación en sí:
           
            “Desde tiempos remotos existieron hilanderos. Por ejemplo, en el gran Egipto, en la misteriosa Sumeria,  en los altiplanos puneños, bolivianos, argentinos; en Persia, etc...
            Cuando digo los altiplanos puneños , no sé si han ido al Perú y si han comprado las muñequitas que venden, con las telas con que envolvían las momias los antiguos incas... No son las mismas telas-son reliquias en los museos...- ,pero están tan bien hechas que parecerían aquellas.
            Y mientras leía su libro y mientras leíamos y releíamos su título con mi señora... pensábamos en todo esto. El oficio de preparar hilos para la vestimenta diaria, fiesta o la mortaja, fue una industria y fue un arte. Cuántas veces nos hemos dicho : Qué maravillosa tela!, qué soberbio vestido luce esa princesa!, hechos con hilos que parecen rayos de sol o de las estrellas, brindando nuestro entusiasmo, al fin y al cabo, por la obra de anónimos artesanos. Nunca supimos que, con el tiempo... habría “sindicatos de hilanderos de la Luz”. No lo previmos. Lo más inasible para el ser humano y lo más hermoso que tejer pueden con el pensamiento, con sus mano, con el corazón y con los vientos benignos de la inspiración, de la cual todos necesitamos para hacer algo distinto todos los días.
            En Trelew y adyacencias, los hilanderos afilan las hebras de luz para materializarlos en un taller -en el  taller y con  el Grupo Literario Encuentro-. Yo los veo en mi mundo interior, a Cecilia buscando las hebras más finas y delicadas, para convertirlas, con otros,-como en este “Desde el Chubut II”- en arrullos y cantos, o para alabar sin desfallecimiento al Señor , que la bendice. La presencia, la constancia del Señor en las páginas de Cecilia, de ahora y de siempre, es una permanente. Eso es lo que la sostiene, yo creo, en los momentos más difíciles de la vida, como nos sostiene también a nosotros.
            Lo veo, por ejemplo,  a Maese Jones Owen en un valle o en un cerro o frente al mar, como un cosechador de hilos, atrapándolos, para darles sonidos y color en una tarea de dioses, sin descanso, hasta que la forma y la vibración han sido hallados. Entonces, sonríe y baja, compitiendo en su carrera con el viento y el vuelo de las avutardas, o con el inmutable titilar de estrellas, serpenteando sus reflejos en el fondo reseco de los cañadones, hasta que un nuevo libro, una inesperada lluvia- leve lluvia como son las lluvias patagónicas- diga el renacer de los murmullos adormecidos en el pedregal, entre bardas y arbustos. Ellos anuncian que la vida y la poesía están latentes, que  viven!. Y que pueden reverdecer con la inspiración de los poetas, como la de los autores de esta Antología, esta gente que tenemos acá...; como habrá tantos entre ustedes(se dirige al público), que también tienen sus tiempos de neviscas y vientos en ráfagas, llenas de luces y nieblas.
            Y cuando llegue la hora de la Verdad, ... pueda decir Cecilia a los lectores, ávidos de su grafía, hecha de luz, en /con su Dedicatoria en “Hilanderos de la Luz”: “... A todos ellos, hermanos-seres de luz de y en las distintas etapas de mi existencia y en diferentes circunstancias y dimensiones”...
            Pero esta hilandera de la luz tiene a su imagen... incomprensible, porque la luz se desvanece en la luz, como la luz de las estrellas se desvanece en las primeras horas de la alborada con la luz del sol, o , dicho con otras palabras, se asocian y dan con el arte y la imaginación un fruto que nos permite asir las hebras del sueño y la armonía. Y dejar, como Ana Paula, ángel querido, un reguero de ilusión en todas las almas.
            No olvido que la  Editorial Vinciguerra también transitó el mundo de los hilanderos, haciendo de cada libro una expresión refinada, que enaltece el libro en su artesanal concreción.
            Y no podría finalizar esta más que humilde participación en la fiesta de  la hilandería poética, con esta meditación de Cecilia, de la Cecilia de todos:
            “... la Armonía con el hombre, con el mundo, en el infinito hacer.”



                                                          Félix  Coluccio

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Cecilia