MIGUEL FERNANDO MARLAIRE
SOBRE: APRENDIZ DE
PÁJARO
Cecilia Glanzmann nos regala en
este libro la visión poética de la realidad que no vemos, la que sin embargo
nos contiene y define la meta de nuestro devenir.
El planteo de los conceptos
reconoce cierta hermeticidad, un encriptamiento a descifrar.
Está volcando en vibrantes poemas
su certeza sobre la maravilla de este Universo.
Es un escrito pleno de optimismo,
basado en la percepción del doble origen del Hombre:[i]
el Yo egoico que se
vincula con el cuerpo y procura su subsistencia material, y el Ser esencial que reconoce
una conexión insistencial.
Esto lo dice explícitamente en el
epígrafe a su poema “Cincel”, con una cita bíblica de Corintios:
“El primer hombre hecho de la
tierra era de la tierra, el segundo hombre es del cielo.”
También lo anuncia en “Planeta
Tierra”:
Planeta
entre dos reinos,
con
fe en el amor es tu prometeico canto…
La conexión insistencial se perfila
recién cuando se accede a un cierto grado de madurez espiritual, por lo que no
resulta de fácil acceso. [ii]
Es que para percibirla es preciso
reconocer el “Misterio”, tal como lo dice en el mismo poema:
Y
te yergues cantándole al Misterio.
La autora nos da pistas sobre el
camino que debemos tomar para encontrarnos con ese nuestro Ser esencial:
Esta
libertad que nos fue dada
y
que nos suelta el alma
dejando
desnuda la densidad de humanos
esta
libertad
es
la alondra necesaria
para
guiar cantando.
Y sigue más adelante:
Del
perdón cincelando
el amor en
desplegadas dimensiones
de
la sinfonía cósmica a la que nuestra libertad aporta
de
la esencia que espera
nos
está hablando el Divino
Ser que nos habita.
Fijémonos en estas claves:
libertad, amor, perdón, Divino Ser que nos habita.
El amor y la libertad constituyen
dos entidades acopladas de primera especie que en su libre andar generan en
nosotros la armonía del ser.
No existe posibilidad de
encontrarla si no nos dejamos acompasar por esta dupla que se apoya y se
conduce con la humildad.
Es necesario el despojo de los
sentimientos de aprehensión. Así es que Cecilia nos encamina hacia esa
maravillosa y balsámica solución que es el manejo del perdón.
La maravilla de esta comunidad
humana es la posibilidad de la reconciliación, basada en el perdón.
No nos resulta simple controlar a
nuestro ser egoico para evitar lastimar a nuestro prójimo.
No estamos siempre dispuestos a la
renuncia de nuestras comodidades, a la modificación de nuestros proyectos, al
cambio, a la adaptación al Otro, como para no generar roces y disgustos.
Estas actitudes son las que merecen
el perdón del otro.
Para ello debemos ser humildes en
el reconocimiento de nuestras falencias, nuestros yerros, nuestras
mezquindades.
Allí es donde la reconciliación
cobra necesidad y fuerza.
Esta es la herramienta para lograr
la verdadera cohesión, es decir más precisamente: la cohesión posible, ya que
la postura armónica resuelve desde ya la natural unión entre los humanos, pero
ante la disfunción la reparación es lo conducente al éxito de la gestión
unitiva.
El perdón, la reconciliación, es el
mecanismo que posibilita la praxis del amor.
Hay
una vibración luminosa
que
suelta el amar y el
perdonar.
Todo esto está diciéndonos Cecilia
desde la síntesis poética que todo lo abarca y todo lo puede expresar con simpleza.
La verdad siempre está en lo
simple.
En el poema que le da el nombre al
libro, cifra el misterio sobre el estadio en que nos encontramos los Humanos.
Soy
sueño en esta vigilia humana
sucio
el pico de tierra
de
alada tierra suelta
en
mi soy,
picoteo
ciego
dormido
desvelado
los
akásicos códices
y
en ellos
saboreo
gozoso el rocío del alba
iluminada
de símbolos.
En
el Árbol, soy aprendiz de pájaro.
Estamos en esta tierra para
aprender.
Para aprender a volar, es decir
para establecernos alguna vez en esa segunda versión del humano, centrado en su
espíritu divino.
El árbol en que nos ubicamos es el
árbol de la vida, el axis mundi,[iii] la escala de Jacob, el vínculo entre
lo terrenal y lo divino. Por eso lo pone en mayúscula en el texto. Tiene
connotación de unión entre la tierra y el cielo.
Nosotros tenemos vocación de cielo,
por eso somos aprendices de pájaro.
Dice ser sueño en la vigilia
humana. Es el sueño de Maya,[iv] la ilusión que significa esta vida a
los ojos del hinduismo, el velo que nos oculta el verdadero origen.
El sucio pico alude a la realidad
del aprendizaje a partir de lo terrenal, lo denso, lo corruptible alcanzado por
la muerte.
La alada tierra denota la
posibilidad de rescate de los elementos densos a sutiles; la realidad escondida
en la materia.
La ceguera alude al velo de Maya.
La historia y la enseñanza están en
los códices que todo lo registran. Nada se pierde, y en fin último, todo se
transforma.
Esa transformación la logra con el
poema. Nos dice:
la
poesía transforma la caída
en
vuelo.
En el Árbol de la vida ubica al Misterio. Es en él donde podremos
encontrarlo y tal vez develarlo.
Es entonces que nos habla de esperanza, porque esta se
centra desde el amor, llave del Misterio.
hay
luz en la ciénaga aparente
de la vida
y hay luz con la energía del amor.
La luz significa la iluminación, la
develación de Maya.
Porque la luz es una entidad de
primera especie, vivificante, comunicante.[v]
Es la luz la que comunica, informa,
vincula, aporta la vida.
Nos dice que busquemos esta luz en
nuestro interior:
Sí,
está en mí y en todo,
en
cada célula
el
diseño de la Creación.
También
está Dios.
En “Meditación” nos anuncia la
posibilidad de pacificar nuestra alma contemplando lo creado:
y
el hombre
se
sienta en un peñasco
aspira
ese lenguaje tan amado
exhala
en silencio, lentamente
se
le olvida su historia
y
se une al sortilegio del llamado
más
allá del albedrío y del destino.
Somos
parte, se dice,
del
plan de Dios en este mundo.
Y
la paz trasciende
sus instantes.
Eso es precisamente lo que nos deja
este libro: un sabor a paz posible.
Resulta de estos poemas un canto a
la vida con una guía para encontrar el camino.
Cecilia Glanzmann, con la sutileza
de su estilo y la firmeza de su convicción, nos muestra la única senda posible.
Es un canto fundadamente optimista a
la confianza y a la
esperanza.
Miguel
Marlaire
San
Miguel
22
de noviembre de 2010
[i] Ver “El Hombre y su doble
origen”, Karlfried Graf Dürckheim, Cuatro vientos Editorial, 1982
[ii] Es en este sentido en que nos dice: “…y
bostezan los pájaros sin alas” refiriéndose a aquellos que no comprenden el
doble origen humano.
[iii] Axis Mundi: ver Mircea
Eliade, Historia de las creencias y de las ideas religiosas; volumen I; pág.
58; Ediciones Cristiandad. Madrid 1978
[iv] Maya: el hinduismo
plantea este concepto. La vida no es una realidad concreta, es un espejismo,
una ilusión. Todo es ilusorio. Es también un velo que nos impide ver la
realidad, que no es esta que creemos percibir. Dejar la Maya significa salir de
la rueda del Samsara, la de las reencarnaciones, para retornar al origen divino
del Purusa.
[v] La fenomenología del Universo reconoce sólo dos
vertientes, a saber: de Primera Especie la que corresponde a fenómenos que
tienen que ver con la comunicación en forma amplia, que resultan en esencia
vivificantes, aquellos en los que se incorpora al tiempo como pulsación; y de
Segunda Especie a los fenómenos que corresponden a la transacción, a la estructura,
al espacio en su connotación estable y protectiva.
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Cecilia